Los animales están presentes en todas las manifestaciones artísticas de la historia universal. Aparecen como bestias desconocidas en fábulas y leyendas de la creación del entorno conocido por el hombre. El Bestiario Artesanal de Artes de México se dedica enteramente a los animales percibidos desde el mundo artesanal. Retoma la idea errónea de la artesanía como un arte menor o naif y asume la tarea de la reivindicación.
Por Cristina Meza
Ciudad de México, 14 de marzo (SinEmbargo).- Se cuenta que cuando todo era oscuro en Xochimilco nacieron dos dioses gemelos que se complementaban en perfecta dualidad. El hermano feo era muy feliz, mientras que el bello estaba siempre inconforme; le ardía el cuerpo y en donde más comezón tenía le brotaron plumas mojadas que, al sacudirlas, lo elevaron alto. El otro quedó en el agua. Le salieron patas y tenía puesta una corona viva. Era tanta su felicidad que su sonrisa se dibujó de forma permanente. Así nació el axólotl según la historia recogida por Alberto Ruy Sánchez.
Los animales están presentes en todas las manifestaciones artísticas de la historia universal. Aparecen como bestias desconocidas en fábulas y leyendas de la creación del entorno conocido por el hombre. Este número de la revista Artes de México se dedica enteramente a los animales percibidos desde el mundo artesanal. Retoma la idea errónea de la artesanía como un arte menor o naif y asume la tarea de la reivindicación. El resultado un compendio de relatos populares e imágenes de obras creadas por manos mexicanas inspiradas en treinta y seis animales.
Los protagonistas de estas páginas poseen una anatomía que se ajusta a las posibilidades dadas por el artista. Es fácil invocar al animal con el texto, las representaciones son tan detalladas que no hay posibilidad de duda. Pero hay algo en esa imagen que se distingue de la referencia natural, es una observación única, que nace del contacto cara a cara con la especie. Una interpretación que pertenece al artista y recopila las formas de mirar que le anteceden.
La mayoría de los escritos son transcripciones de relatos de la cultura popular, formas ingeniosas de contar cuentos sobre animales. Historias que son por lo regular anónimas, pero poseen una esencia picaresca que las caracteriza. Lo descrito forma parte de la observación milenaria de las conductas de los animales que habitan el territorio mexicano. Hay leyendas y travesuras fantásticas que el autor imagina según los rasgos físicos de la especie.
Todos los animales poseen una carga simbólica. Está, por ejemplo, el búho, un ave inmensa que lleva consigo la culpa de las maldiciones del pueblo. Un ser nocturno y tenebroso, con unos ojos amarillos capaces de desalmar a cualquiera. Su canto anuncia la muerte y las personas lo consideran un enemigo que se debe asesinar. Pero no todo es sombrío, el lector puede encontrar romance en una historia intensa sobre un coyote enamorado. Su querer no correspondido provoca una tragedia, que al final se convierte en una reencarnación múltiple, coyotitos que le cantan al amor.
Las personas tienen la posibilidad de transformarse en animales, como aquella bruja que se vuelve guajolote con tal de entrar a casas vecinas a chupar la sangre de los niños. También hay hombres que se convierten en monos por castigo divino, pierden la capacidad del habla y el pudor. Ahora andan en cuatro patas y viven sin remordimiento.
La gente crea historias fantásticas para honrar el asombro hacia lo desconocido. Existe una relación directa con la magia, hay un interés por descifrar el mundo, explicar un origen incierto. Gracias a la historia recogida por José Luis Trueba Lara sabemos que el sitio que habitamos nació del trabajo de las hormigas, mientras que un cuento tzotzil, compilado por Antonio Cruz Coutiño, revela que los piojos y las pulgas son creación del dios del inframundo.
También están el murciélago y la mariposa, que a simple vista no se parecen, pero en el imaginario juchiteco, este bello insecto es una imagen fracasada de lo que una vez fue el quiróptero. En tiempos anteriores a este, el murciélago era un ave fea y desventurada que volaba desnuda. Suplicó a su creador que le concediera plumaje para cubrirse del frío, pero él, que siempre estaba ocupado, le sugirió pedir una pluma a todas sus compañeras. Entonces recurrió a las aves más bellas para solicitarles ayuda en nombre de Dios. Se vistió de varios colores y todos quedaron asombrados por tanta belleza. Sin embargo, el ave se volvió soberbia y su castigo fue la humillación y de nuevo la desnudez.
Adentrarse en el contenido de estas páginas produce una sensación similar a la de explorar un mercado. No sabes con qué te encontrarás, pero los posibles hallazgos te emocionan. Caminas entre los puestos y observas figuras hermosas e intrigantes. No lucen como lo que estás acostumbrado a ver, están llenas de detalles únicos y te divierten. Después te enteras de que vienen acompañadas por una historia que varía según quien la cuente.
Lo que escuchas se nutre de otras voces y ahora tienes la posibilidad de conocer un México a través de su folclor y tradiciones. El placer de este encuentro va más allá de la lectura. Quien se acerque a la revista Bestiario Artesanal tiene la oportunidad de compartir el contenido en voz alta, como un ritual íntimo. En sus manos está un pretexto para entonar canciones y poemas que seguro ya conocía, pero no recordaba.